CARTA
DE BOLÍVAR A SU PRIMA FANNY
La pluma del Libertador Simón Bolívar era tan poderosa como su
espada. Le dictaba cartas a cuatro personas a la vez. Su ideario libertador permanecerá
para siempre. Su gran dominio del idioma y su estilo elegante se puede ver en la carta de Bolívar a su prima Fanny
Duvillar, que se reproduce con ocasión del nuevo aniversario del nacimiento del
Libertador hoy 24 de julio de 2022
Querida prima: ¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro? Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805.Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.
Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los
postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.
¡Adiós Fanny! Esta carta,
llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las
horas del amor, de la esperanza, de la fe.
Esta es la letra que
iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra
escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura. ¿No la
reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su
dedo despiadado la realidad de este supremo instante.Si yo hubiera muerto en un
campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví
a tu lado en los campos de un sol de primavera. Muero miserable, proscripto,
detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de un inmenso dolor;
presa de infinitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis tristezas y lágrimas
que no llegarán a verter mis ojos.¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?
Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del
gobierno, tuyos son mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último
pensamiento y mi pena final.
En las noches galantes
del Magdalena ví desfilar mil veces la góndola de Byron por las calles de
Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú;
porque tu flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades. A la hora de
los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis
ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y
en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las
dianas de Junín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario